Algo esta descompuesto en el mundo emprendedor.
Hay una visión cilíndrica. Es como dejar al capitán solamente con un monocular donde puede ver el punto lejano, la tierra añorada, la calma prometida. Sin embargo en ese encanto onírico deja del lado mareas, cayos, riesgos o incluso rutas más atinadas.
Estamos rodeados de ideas de negocios que se quedan en eso, en ideas, en intenciones, en sueños y se vuelve frustración. Por supuesto que no tengo la voz para dar las mejores lecciones ni aportar ideas millonarias a un proyecto, pero tengo claro que seguir dando oxígeno a esas ganas bien intencionadas, a esos consejos de redes, a esos aplausos vacíos -sin mayor fondo que un “tu puedes”, sin mayor forma que un “sin miedo”- esta creando un ejército de ideas al aire, urgidas de piso pues cada día que pasa, les pesa mas volar en ese sueño mágico-romántico y se van desvaneciendo en ese vórtice de encanto. Les precisa aterrizar y empezar a hacer surco en alguna parte.
A nosotros nos toca empujar salud, empujar para que cambien figuras muy establecidas. También tenemos muchas ideas, muchas, pero estamos tomando algunas para ponerles peso e ir buscando tierra donde crezcan.
Quizá suene irónico partir de esta idea romántica después de lo mencionado, pero en realidad creemos que la salud debe estar al alcance de todos. No hablo de un sueño social donde gobierno da todas las facilidades para que la población atienda cualquier padecimiento en instituciones altamente especializadas, sino de armar un ecosistema donde el acceso a la salud no sea sinónimo de un gasto elevadísimo, donde el bienestar no sea accesible a un grupo reducidísimo, donde la vida no sea un privilegio.
Somos un grupo convencidos de eso. Queremos resolver esta situación a nivel noroeste, creemos que debemos entender primero la problemática en esta región y proponer soluciones.
Hay frases ya estereotipadas como “o eres parte del problema o eres parte de la solución”, “de ti depende quedarte al lado del camino viendo cómo avanzan los demás o avanzar tu también”, ahí empieza todo el problema. Frases con tanto sentido, las hemos trillado, las tenemos en un cajón, dejadas del lado, cuando deberíamos tomarlas de ahí, hacerlas propias, hacer algo y ser en ellas.
Hace poco un amigo (que tengo la fortuna de llamarlo así) comentó en una mesa que un hombre que dice y no hace, no puede llamarse hombre. Estamos tratando -y subrayo tratando- que esas soluciones vayan de nuestros valores, de nuestra esencia, de lo que creemos a la boca y de la lengua a las acciones. Ser solución, ser camino, ser avance.
Me han preguntando alguna veces cómo empezar, cómo ayudar, cómo crear cambio. Aun sigo sin una respuesta que me convenza. Realmente cuando respondo, de inmediato siento una urgencia por alzar la voz y responder “empiecen a hacer algo”, “dejen de pensar y hagan”, pero entiendo que estamos siempre esperando formulas exitosas, infalibles y da miedo hacer y ver que no se logra nada.
No se como. No tengo esa fórmula, pero sí creo que mucho parte de hacer propio lo lastimoso de esos temas, más allá de empatía, más allá de ponerte en sus zapatos, ¿por que ponerse en los zapatos de ellos y no hacer todo para que estén ellos en los tuyos? ¿porque entender su problemática y no empujar para que deje de ser una mera idea el acceso a la salud para todos?
Es un camino de subida, pero no se compara el esfuerzo con el cambio que vamos a lograr.